La inminente salida de Dámaso Anaya Alvarado de la rectoría de la Universidad Autónoma de Tamaulipas abrirá un nuevo capítulo político en el estado: su llegada a la Delegación del Bienestar. Este movimiento ocurre en medio de un relevo anticipado que se da por los bajos resultados y la falta de oficio político del actual Delegado Estatal de Programas para el Desarrollo de Tamaulipas, Luis Lauro Reyes Rodríguez, cuyos números quedaron muy por debajo de lo esperado en la estructura federal.
La salida de Luis Lauro Reyes Rodríguez ocurre tras una gestión marcada por quejas internas, conflictos con servidores de la nación y una evidente desconexión con los equipos municipales. Los reportes entregados a la dirigencia nacional de Morena y al gobierno federal describen una delegación paralizada, sin estructura sólida y alejada de los objetivos de expansión social que exige el partido en el poder.
La decisión del cambio fue acelerada luego de que Andrés Manuel López Beltrán, “Andy”, secretario de Organización Nacional de Morena e hijo del expresidente de México, advirtiera que los apoyos sociales se han estancado a nivel nacional, señalando directamente la necesidad urgente de reconfigurar las Delegaciones del Bienestar. Sus declaraciones hicieron eco en Tamaulipas, donde el estancamiento ha sido notable y donde Luis Lauro Reyes no logró revertir la caída en la cobertura ni consolidar una operación territorial eficaz.

Segunda oportunidad para Dámaso Anaya
En ese contexto, la llegada de Dámaso Anaya se interpreta como un movimiento estratégico. Más que un perfil académico, su nuevo encargo responde a la necesidad de un operador político capaz de ordenar la estructura federal en la entidad, fortalecer la distribución de apoyos y garantizar resultados de cara a la elección estatal de 2028, un proceso que Morena observa con especial interés. Fuentes cercanas al partido señalan que se requiere una figura con mayor disciplina, control territorial y capacidad de gestión, características por las que fue seleccionado el aún rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Sin embargo, la transición de Dámaso Anaya no está exenta de lecturas internas. Aunque su perfil político lo hace idóneo para el cargo, voces en Palacio de Gobierno señalan que su salida de la UAT también funciona como una “salida digna” o una “segunda oportunidad”. Esto debido al desgaste que enfrentó por el caso Value, donde la casa de estudios perdió más de mil millones de pesos en operaciones bursátiles irregulares que no han podido recuperarse, situación que generó fuerte molestia en el gobernador Américo Villarreal Anaya.
Ante este escenario, el relevo en la Delegación del Bienestar ofrece a Dámaso Anaya una salida política decorosa y, al mismo tiempo, le permite al gobierno estatal colocar a un operador con mayor control interno. Para Morena, el movimiento busca recomponer el camino hacia 2028; para la UAT, marca el cierre de un capítulo complejo; y para el gobernador, significa quitar presión de un conflicto financiero que ha marcado severamente a la institución educativa.
